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En esta ocasión, la Cartografía literaria rastreó en la novela El cielo que perdimos, del escritor y periodista Juan José Hoyos, un fragmento que nos ubica en el Cementerio Universal. Ubicado en el noroccidente de la ciudad, en la carrera 65 con calle 80, es un lugar patrimonial cuyo diseño inicial fue obra del maestro Pedro Nel Gómez.
Fue inaugurado en 1943. En un principio se pensó como un lugar para el reposo de los cuerpos de personas que profesaran religiones diferentes a la católica. Con el tiempo, se convirtió en un servicio para personas cuyos familiares no tuvieran recursos para un cementerio privado; también para albergar cuerpos de personas sin identificación.
En el cielo que perdimos, Hoyos retrata la Medellín de los años 80 y la difícil situación de violencia que vivió la ciudad. En uno de sus capítulos, una amiga del protagonista de la novela, un periodista, le pide que la acompañe a visitar a su hermana al campo santo. Él accede a regresar a un lugar que no visitaba desde la muerte de su padre.
«Entramos al cementerio por una puerta lateral situada a pocos metros del anfiteatro. Había unos ocho pabellones construidos en adobe, a lado y lado de un camino de cemento. Todos parecían cajas. Al fondo, una cruz de concreto se elevaba sobre los techos. Entramos al último pabellón. Muy pronto me di cuenta de que Ruth andaba perdida. ¿Por qué uno olvida casi siempre el lugar exacto de una tumba?
«El corredor formaba un rectángulo cerrado. En los techos había cuatro tragaluces. Por ellos entraba la luz del sol, que ya estaba demasiado oblicua. Adentro, las tumbas tenían una simetría tal que, por momentos, uno no se daba cuenta en qué parte del cementerio se encontraba. Había muchas leyendas escritas a mano sobre las lápidas. Me detuve a mirar una: “Papá, te quiero. No te vamos a olvidar nunca. Tu hija”. Así decía.
«Mirando las bóvedas y la luz blanca que bajaba por los tragaluces, tuve la sensación de que estaba muy cerca de la tumba del viejo. Él, toda la vida, había pedido que lo enterraran allí. Le gustaba el cementerio porque ahí estaban casi todos sus amigos. Gente como él, venida de los pueblos de Antioquia. Tipos de los barrios pobres. Gente sin nombre, que recogían muerta en las calles».
Título: El cielo que perdimos
Autor: Juan José Hoyos (1953)
Editorial: Planeta
Año: 1990
Página: 507