¡Conoce cómo hacer parte de Número Cero!
David Betancourt, autor antioqueño que hace poco ganó en México el Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo por Los hijuetantas, es el invitado en esta oportunidad a la Cartografía literaria. El fragmento que se cita más adelante hace parte del cuento «¡Atenete a las consecuencias!», que a su vez pertenece al libro La conjura de los vicios, una divertida compilación de relatos que mezclan humor, ironía, sátira y sarcasmo para parodiar la vida, los vicios, los amores y todo aquello que serpentea en el imbricado y contradictorio camino de la existencia humana.
En la cita, Chucho, el personaje principal del cuento, describe desde su perspectiva de «vicioso arrepentido» la atmósfera del parque del Periodista, plazoleta ubicada en el centro de Medellín, en la carrera 43 # 53-54. Este lugar se ha caracterizado por ser un espacio en el que convergen diferentes maneras de ver el mundo, desde el respeto por la diferencia y la convivencia. Debe su nombre a que en la década de 1970 se instaló allí el busto de Manuel del Socorro Rodríguez, cubano que vivió durante la época de la Colonia en Colombia y a quien se le homenajea como el padre del periodismo en el país.
Chucho, después de dejar todos sus vicios por petición de Aidé, su pareja, se vuelve adicto a la papaya y encuentra otro camino para llevar al extremo su virtud viciosa. Aidé termina dejándolo, pero tiempo después, y en medio de su vida de juicio, se la encuentra drogada. El personaje, entonces, se convierte en un predicador de los vicios, para, finalmente, invitarnos a nunca parar por nada ni por nadie.
«Caminé horas y horas por el centro con los ojos hundidos en el piso, con pena de la gente, sintiéndome sucio e indigno por tanto abuso y exceso de sanidad y juicio. En el parque del Periodista me senté a mirar puras personas que no cabían en la ropa de la contentura y la libertad, irradiando placer, radiantes en su decrepitud, metiendo cosas (...) miré la escultura de los nueve niños (riéndose, jugando, montando bicicleta y siendo felices todavía) asesinados por policías de civil en el 92 en Villatina, miré las muchachas medio empelotas paradas afuera de la residencia escuchando Pipe Bueno y Galy Galiano a todo pulmón esperando que un punkero o un metalero ganoso les pagara un ratico de pogo bien hardcore, miré un letrero en el piso esculpido a punta de piedra hablándome a mí que decía: “Escuchadme esta cosa tremenda: ¡He vivido! He vivido con el alma, con sangre, con nervios, con músculos, y voy al olvido”. En esas mi mirada se estrelló con Aidé con el pucho de la vida apretado entre los labios viéndome mirar, sola, sentada en un murito al frente de El Guanábano alargando los oídos hasta la música revolucionada, descoordinada, desafinada, bullosa y perfecta de allá. Me le arrimé».
Título: La conjura de los vicios
Autor: David Betancourt (1982)
Editorial: Random House
Año: 2020
Páginas: 84-85