¡Conoce cómo hacer parte de Número Cero!
Felipe Carrillo Alvear
Twitter: @FelipeAlvear / Instagram: @felipecarrilloalvear
Siempre me gustaron esos pedazos de tiempo suspendido.
Voy en un bus que se dirige a tu encuentro y me acerca a donde tú estás. El bus no sabe que te persigue. Que me lleva en su barriga, que yo soy un pasajero pensando en ti. Las calles de mi ciudad son una lluvia de pétalos amarillos. El bus pisa las flores que tapizan el camino a tu encuentro, y yo no lo veo como una señal. Me gustan los momentos en que la vida es la calle y los árboles que pasan corriendo por la ventana.
Entro al centro comercial y te encuentro sentada y arropada entre tu cuerpo. Tus manos atravesadas sobre los pies cruzados te hacen parecer un refugio de tus nervios. Me siento y te saludo con un roce de mis labios en los tuyos, tu mirada se abre nerviosa y parece mirarme como si fuera la última vez. Las palabras son comunes y repetidas y se escapan cortas de tu garganta, que intenta retenerlas. Dices: «Amor, lo siento mucho, necesito un tiempo». Esas cosas tan comunes. Yo te escucho y no te creo, sonrío: todavía pienso que el amor es un rayo que te fulmina de una vez y para siempre.
Trato de despedirme, el tiempo se ha ido rápido entre los temblores de tu voz y mi incredulidad. Me dices que me admiras por tomarlo todo de buena manera. Me paro, te abrazo, te intento asustar, despertarte en tu cariño hacia mí, te digo que es probable que nunca nos volvamos a ver. Dices que esperas que no sea cierto. Y no es cierto. Todavía no lo sé, pero tendré tiempo de verte a las dos semanas de la mano de ese otro hombre con un pene en el cerebro, verte al mes con un novio que te cubre y te besa y te monta al frente de mi vista como si yo no te sintiera todavía un poco mía. Podré verte todavía seis meses después besando a una mujer y alterada casi todo el tiempo, como una sombra de lo que fuiste. Cuando te pregunte por lo nuestro, dirás que menos mal ya no y que ojalá yo lo olvide, lo supere. Me va a doler enterarme de que también el amor es mentira. Pero yo todavía no sé nada de esto.
Camino solo hacia al bus de regreso. El tiempo ni siquiera es lento, corre a saltos, se detiene para que pueda memorizar instantes. Voy en un bus que se dirige a mi casa y tú no estás. El bus no lo sabe, que tú no estás. Que me lleva en su barriga, que yo soy un pasajero pensando en ti. Las calles en las noches de mi ciudad son el humo negro de los buses que se comen las flores amarillas. Un hilo rojo de agua se mete en una cuneta y llega al alcantarillado.
Pero yo no me doy cuenta.