A propósito de Número Cero y Umberto Eco
Yanet Helena Lopera
yanet.helena@hotmail.com
Hay autores que parecen tener en su haber todos los secretos de la seducción literaria. Son escritores que, con mencionar su nombre, despiertan una avidez que solo puede saciarse con dosis altas de buena literatura. Ocurre con Umberto Eco y todo lo que escribió. Podría decirse que su rúbrica es garantía de excelencia y que cualquier texto que provenga de su pluma es responsable de incontables fruiciones lectoras.
En Número Cero (2015, Lumen), Eco nos presenta una historia fácil de leer, pero un tanto complicada de digerir; y no lo digo por su estructura que es, por demás, sencilla y fluida, sino por el trasfondo ético que la sostiene. Por un instante, caemos en la cuenta de que aquello que el mundo asume como cierto no es otra cosa que la construcción sistemática de una realidad propicia para que los poderosos se mantengan en ascenso y conserven la hegemonía en todos los niveles.
Los personajes de esta novela sacrifican la ética de su profesión para ajustarse a los parámetros de una tramoya urdida desde la “omnisciencia” del Commendatore Vimercate, quien delega en Simei (una suerte de lugarteniente) la responsabilidad logística en la fundación del periódico Domani, el cual será aprovechado para acceder al control de ciertas variantes que aseguren el ingreso y la permanencia del Commendatore en las altas esferas políticas y sociales. Colonna, el personaje principal (un ghost writer, un nègre, como abiertamente lo llama Simei) acepta participar en el proyecto y, además, escribir un libro cuyo título sería Domani: ieri (Mañana: ayer): la ironía perfecta para nombrar una farsa calculada en pro de las ambiciones de poder. La paradoja radica en que el libro deberá narrar lo contrario de lo que en realidad sucede en el periódico, una especie de antítesis de Domani que, dicho sea de paso, será un periódico con pretensiones deliberadas de no ser publicado. Algo difícil de discernir, pero que retrata con fidelidad las luces y las sombras que rigen a la humanidad.
La historia va adquiriendo tintes policíacos y de novela negra, habla de posibles conspiraciones mundiales que involucran a Mussolini y un sinnúmero de sociedades secretas creadas para manejar los hilos de la historia mundial. Todo lo anterior, desde la visión de Braggadocio, un periodista excéntrico que hace parte del equipo editorial de Domani. El desenlace, sin ser espectacular, es sorpresivo y no abandona la intención de incitar a un análisis serio por parte de los lectores. Puede que no sea la mejor novela de Umberto Eco, pero vale la pena leerla y acrisolar el oro escondido debajo de sus letras: la crítica mordaz al periodismo.
Posdata: Parada en la esquina de este otro NÚMERO CERO (el que usted está leyendo), es imposible no conectar con la intención brillante que tuvieron sus gestores de promover, con el mismo título, la idea de este magazín literario y cultural que, a diferencia del periódico de la novela de Eco, está diseñado para permanecer en las mentes y en el tiempo. ¡Qué grato homenaje al autor italiano!